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Lo mejor de lo clásico

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Anette Delgado con Dani Hernández, en su debut como el duque Albrecht. Foto: Nancy Reyes.

El Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección de Alicia Alonso, presentará “La magia de la danza”, antología recoge importantes momentos del arte coreográfico del siglo XIX, y que reúnen la tradición de la escuela cubana de ballet. El espectáculo se presentará en la Sala García Lorca del Gran Teatro de la Habana, el viernes 4 y sábado 5, a las 8: 30 p.m., y el domingo 6 de marzo, a las 5 de la tarde.

Esta nueva temporada de “La magia de la danza” contará con algunas innovaciones en la escenografía  e importantes debuts de jóvenes bailarines en los roles protagónicos entre los que se distinguen Osiel Gounod, Yanier Gómez, Camilo Ramos, Alfredo Ibáñez y Arián Molina, los que compartirán la escena con figuras ya conocidas como Yanela Piñera, Alejandro Virelles, José Losada, Dani Hernández, Amaya Rodríguez, Grettel Morejón y Estheisis Menéndez y las primeras bailarinas Bárbara García, Anette Delgado, Viengsay Valdés y Sadaise Arencibia.

En este espectáculo se presentarán fragmentos de “Giselle”  (escenas del segundo acto), “La bella durmiente del bosque” (escenas del tercer acto), “Cascanueces” (escenas del segundo acto), “Coppélia” (escenas de los actos primero y tercero), “Don Quijote” (escenas de los actos primero y tercero), “El lago de los cisnes” (escenas del segundo acto), y “Sinfonía de Gottschalk”.

En estas funciones se podrá adquirir la versión digital de la revista “Cuba en el Ballet”, la cual fuera presentada con gran éxito en la 22. Feria Internacional del Libro. Una multimedia que recoge la colección completa de 40 años de esta publicación.

“Cuba en el Ballet” es una revista profusamente ilustrada, con materiales históricos, teóricos, literarios e informativos relacionados con el ballet cubano e internacional, y con otras expresiones artísticas afines.


Una historia con vampiros y princesas

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 “La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico”, de Matthew Bourne, se presenta hasta el 3 de noviembre en el City Center de Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

“La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico”, de Matthew Bourne, se presenta hasta el 3 de noviembre en el City Center de Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

Una temporada de danza otoñal con tan variadas compañías y tantos estrenos, ha comenzado en todo su esplendor en la capital de danza del mundo, como muchos se complacen en llamar a la ciudad de Nueva York.

La llegada de Matthew Bourne, autor de un  aplaudido y controversial “El Lago de los Cisnes” hace ya algunos años, era esperada entre expectativas y curiosidad. Esta vez Bourne traía bajo el brazo  “La Bella Durmiente”, maravilloso ballet  del binomio compuesto por Marius Petipa y Piotr Illych Tchaikowski, que completaría el trío de obras del gran coreógrafo y el inconmensurable compositor.

Por su parte,  Bourne, había comenzado su incursión en los clásicos del binomio indiscutible, Petipa-Tchaikowski con “Cascanueces”, y ahora la obra con la cual cierra su trío, se estrenó el 23 de octubre y seguirá en cartel hasta el 3 de noviembre en  el City Center de Nueva York y luego llegará a Washington DC, al Kennedy Center, desde el 12 al 17 de noviembre. Su título, con una adición, es “La Bella Durmiente: Un cuento de hadas gótico”. No en balde hay vampiros en ella.

Bourne ha dividido su “Bella” en dos actos, resumiendo de esa manera  el prólogo y los cuatro actos de la versión  original.  El argumento de la nueva obra comienza en 1890, con los festejos del bautizo de la pequeña princesa Aurora, al cual llegan  las hadas  invitadas a esa celebración. Una marioneta (manejada excelentemente por un diestro titiritero  que no se ve en ningún momento), simula a la princesita que gatea  por el suelo y se sube a los telones, para horror de sus cuidadoras y delicias del público, que contaba con gran cantidad de niñas ese día.

La historia continúa con la conocida furia de la malvada  hada Carabosse  por no haber sido invitada a los susodichos festejos –rol a cargo de Tom Jackson Greages (quien también dobla el personaje de Caraboc, hijo de la malvada hada) –, y maldice a la tierna bebita, vaticinándole  que morirá  en su adolescencia.  No obstante, el Hada de las Lilas, Conde Lila esta vez, interpretado por un bailarín masculino, Liam Mower, portando alas en la espalda, aparece en escena y cambia la mortal maldición por un sueño para la princesa Aurora y la corte, que se prolongará cien años,  hasta que un pretendiente la despierte con un beso de amor.

El segundo acto da comienzo en el año 1911, cuando Aurora, interpretada por Ashley Shaw, llega  a la edad de ser presentada en sociedad.  Las danzas elegantes, especialmente  en el conocido gran vals,  la bella blanca ropa de los que bailan, y las pequeñas sombrillas que algunas bailarinas portan, le dan gran distinción a la escena. Por su parte, igualmente distintos y muy interesantes son los innumerables telones, todos originales de Lez Brothersto, tan  cambiantes, que resultan  un  verdadero acierto de contemplar, por la belleza de sus diseños.

En otros cambios del argumento original,  Aurora tiene ya quien la ame: Leo,  Dominic North,  quien no es un príncipe sino un jardinero,  y ama a la joven princesa a la distancia. Él también es víctima de ese sueño largo, y se despertado a la vez que Aurora, cuando ésta  recibe el ósculo de amor que prometiera  el Conde Lila. Otro cambio en la historia original: el que lo prodiga no es el jardinero, sino Caraboc, bailarín muy atractivo de la compañía,  quien  también quiere poseer a la princesa.. Al romperse el sueño, la acción es trasladada al presente, el año 2011.

Sobre las danzas que aparecen en el primer acto y son mayormente contemporáneas –el acto más atractivo y brillante de los dos–, especialmente  las ejecutadas por las  hadas  que concurren a los festejos (tres bailarinas y dos bailarines masculinos), las que contienen  sugerencias muy aceptables de clasicismo, son las variaciones de las tres hadas femeninas, por  mostrar momentos  de la coreografía original de Petipa (especialmente la variación de los dedos,  y el constante braceo del canario que canta).

Es innegable que Bourne, más que coreógrafo, es un estupendo hombre de teatro, que domina la escena con infinidad de interesantes y atrevidas ideas, que  resultan más teatrales que bailables.  Su mente febril logra igualmente efectos escénicos extraordinarios, como resulta en este caso con el uso de una marioneta que dobla a la princesa cuando era una tierna criatura.

Referente a la labor interpretativa de los personajes principales,  la  labor de  Bowe, como la princesa Aurora,  salta repetidas veces, levanta mucho las piernas, y se lanza en los brazos de Leo o de cualquier otro caballero que coquetea con ella, con precisión y enorme fuerza, pero fuera de quitarse las zapatillas como niña malcriada para caminar descalza, mostrar que es aún una niña malcriada, y parecer que va a trepar por los telones,  como la marioneta lo hiciera antes que ella, no aparece nada más que sea relevante en su actuación. No hay tampoco interpretación, solo caminatas y saltos. North, el jardinero,  por el contrario,  sabe expresar sus sentimientos amorosos con justeza, además de  tener  precisión en su danza.

Matthew Bourne narra su propia historia del cuento clásico de "La Bella durmiente" en Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

Matthew Bourne narra su propia historia del cuento clásico de “La Bella durmiente” en Nueva York. Foto: Simon Annand. Gentileza CC.

Después que Aurora y Leo despiertan,  aparecen varias parejas que visten bellos trajes de color rojo brillante, en lo que parece ser  una discoteca, por las colgantes lámparas de neón azul que adornan el lugar, bailando con estridencia y simulando una orgía. Para finalizar la  escena, Caradoc, como vampiro principal y portando en su espalda  enormes alas, trata de  ejercer dominio absoluto sobre la escena, sin embargo, en el desorden de la orgía, es apuñalado por uno de sus súbditos. Con su muerte termina el maleficio y como decía un antiguo dicho: “todos vivieron felices por siempre jamás”.

Aurora y Leo, y el jardinero, cogidos de la mano, aparecen en escena nuevamente, y rápidamente pasan  a ocupar una cama, que dos hadas cubren con una enorme tela. No transcurren muchos minutos para que reaparezcan llevando de la mano a la pequeña marioneta. Un resultado que no necesita explicación, no obstante, queda para ser interpretado por quienes gusten de los crucigramas.

Matthew Bourne, con sus obras que pueda decirse son “fuera de serie”,  se ha ganado un lugar en la historia de la danza. Sus trabajos serán catalogados de acuerdo con el gusto de la mayoría.


Las hadas llegan al siglo XXI

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“La bella durmiente”, de Matthew Bourne, se estrenó por primera vez en 2012 y hace su debut en Washington. Foto:  Simon Annand. Gentileza JFKC.

“La bella durmiente”, de Matthew Bourne, se estrenó por primera vez en 2012 y hace su debut en Washington. Foto: Simon Annand. Gentileza JFKC.

Innovador y revolucionario, Matthew Bourne es uno de los coreógrafos británicos que logró romper con los cánones tradicionales de los grandes clásicos de la dupla Petipa-Tchaikowsky. Después de su debut en el City Center de Nueva York en los últimos días de octubre, Bourne aterriza en el Opera House del Kennedy Center de Washington, DC para presentar siete funciones de su nueva creación: “La bella durmiente”, desde el 12 al 17 de noviembre.

La obra tuvo su estreno mundial en 2012 y se plantea con técnicas ingeniosas y situaciones fuera de libreto. Esta producción que incluye una diversidad de propuestas artísticas, tiene como realizadores a Lez Brotherston (escenografía y vestuario) y Paule Constable (iluminación), y Paul Groothuis, en sonido.

En esta versión de Bourne, la fábula tradicional en la que se debaten el mal y el bien se convierte en una historia sobrenatural en la que la historia de amor de la princesa y el príncipe transcurre a través de distintas décadas.

El cuento de Perrault, diseñado con hadas y maleficios en el que una muchacha, luego de dormir cien años, vuelve a la vida a través de un beso del príncipe, se convirtió en un clásico del ballet en 1890. Bourne toma esa fecha como el comienzo de su propia historia, recompone personajes y acontecimientos y coloca la celebración del bautismo de la princesa Aurora, al final del siglo XIX, en un entorno gótico donde hadas y vampiros se mezclan en decadente opulencia.

De allí, Bourne pasa por la era Eduardiana, y despierta a la princesa en la actualidad. Un tratamiento semejante al que el coreógrafo también planteó en su osada versión de “El lago de los cisnes”, que fue estrenada en el teatro  Wells de Sadler en Londres en 1995, el ballet más largo ejecutado en el West End londinense y en Broadway.

Basado en el romántico ballet ruso, del que toma la música de Tchaikovsky, “El lago…” de Bourne es especialmente conocido por tener las partes de los cisnes bailada por hombres. De la cual, una de las escenas aparece en la película ”Billy Elliot”, interpretada por Adam Cooper.

Bailarín y coreógrafo, discutido por romper todos los esquemas tradicionales, Bourne también realizó la coreografía de “Mary Poppins”, el musical de Broadway reestrenado recientemente, y también tiene su propia versión de “El cascanueces”.

 

 

 

Un clásico que se transforma

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"La Bella durmiente", de Matthew Bourne se convierte en una fábula gótica en el Kennedy Center de Washington DC. Foto: Simon Annand. Gentileza JFKC.

“La Bella durmiente”, de Matthew Bourne se convierte en una fábula gótica en el Kennedy Center de Washington DC. Foto: Simon Annand. Gentileza JFKC.

Una princesa condenada por un maleficio del hada mala, un príncipe que debe rescatar a la princesa que quedó dormida durante cien años, y una historia de amor donde los protagonistas, se supone, son felices para siempre y le ganan la partida al mal.

Casi todo y casi nada de eso ocurre en la nueva versión de 2012 de “La bella durmiente” creada por el coreógrafo inglés Matthew Bourne y que se presentó desde el 12 al 17 de noviembre en el Kennedy Center de Washington DC. Su rebeldía, quizás, o su desbordante creatividad pone a esta historia popular europea, nacida de la tradición oral, en un ámbito donde las hadas buenas y las hadas malas son vampiros encarnados, algunos, por personajes masculinos, ajenos a la delicadeza de las hadas tradicionales.

Bourne, rompe con los estereotipos, se lanza a recrear su propia historia, sin alejarse demasiado de la estructura que en el siglo XIX, gestaron los dos genios de la danza, Marius Petipá y Piotr. I. Tchaikowsky, cuya partitura permanece intacta en esta versión.

De la primera versión de Charles Perrault, de su libro “Cuentos de Mamá Ganso” publicado en 1697, y de la segunda, de los Hermanos Grimm, “Dornröschen” (La espina de la rosa), el coreógrafo rescata algunos personajes como el Hada Lila, convertido en el Conde Lilac, rey de las hadas, Carabose, la princesa Aurora, los reyes, y convierte al jardinero en el enamorado que llegará a salvarla del maleficio de Carabose y su hijo, Caradoc.

Con las manos maestras de un grupo de titiriteros que comandan los gestos y travesuras de la princesa niña, Bourne muestra una personalidad que puede ajustarse quizás, más a la realidad que a la fantasía. Una niña traviesa y caprichosa que enloquece a su niñera.

La compañía dirigida por Bourne, New Adventures, presenta una historia gótica que comienza en 1890, año en el que se estrenó por primera vez este ballet en Rusia. Continúa con Aurora (Hanna Vasallo) a los 21, enamorada del jardinero del palacio, Leo (Chris Trenfield), que por un mordisco del conde Lilac se convierte en vampiro en el segundo acto. Y luego, la trama llega hasta la actualidad.

Si bien la producción se apoya en códigos contemporáneos, en los que las hadas danzan con enorme energía, son los pas de deux de Aurora y Leo los que definen con mayor fuerza y pureza la coreografía, que mezcla estilos y refuerza los elementos de la danza-teatro.

Trenfield, enérgico, preciso, con buenos saltos y solidez como partenaire, es un intérprete conmovedor que apela a la teatralidad para reforzar las situaciones de su personaje y lo realza con convicción.

Tanto en su “Cascanueces”, que comienza en un orfanato, como en su “Lago de los cisnes”, en el que los protagonistas son cisnes hombres, el primer acto de ambas es el más fuerte y contundente, mientras el resto, se desvanece en el relato. Sin embargo, en “La bella…”, Bourne hace crecer su obra en intensidad narrativa y genera una inusual expectativa por la resolución final.

En “La bella…”, el periplo de los protagonistas es consistente. Aurora es raptada por el hijo de Carabose, Adam Maskell, correcto en su rol de vampiro malvado, aunque con poca danza para su rol. Un personaje que ofrece resistencia y crea trampas al protagonista (jardinero, príncipe o vampiro salvador), y mantiene obnubilada a Aurora hasta el final.

Esta puesta ha ganado en secuencia narrativa, mientras que la puesta en escena mantiene un especial atractivo con cambios de escenas, juegos de luces y sombras, un vestuario deslumbrante y mucho ingenio. Y el toque de humor, tierno y convencional, llega al final cuando Aurora y Leo se encuentran, ambos convertidos en vampiros buenos, se casan y tienen una vampirita. Allí resurge ese magnífico títere que los magos titiriteros hacen mover hasta cautivar al público con su magia.

Un clásico hace un clásico

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El Mariinsky Ballet regresa al Kennedy Center de DC con su versión de "El lago de los cisnes". Foto: Natalia Razina.

El Mariinsky Ballet regresa al Kennedy Center de DC con su versión de “El lago de los cisnes”. Foto: Natalia Razina. Gentileza JFKC.

Encargado por el Teatro Bolshoi en 1875, “El lago de los cisnes” se estrenó en 1877 con la versión coreográfica de Julius Reisinger y la música de Piotr Ilich Tchaikovski. Esta producción, signada por el poco éxito, y las disputas entre coreógrafo y compositor antes y durante la realización, fue la primera de la trilogía para ballet escrita por Tchaikovsky, que incluyó “La bella durmiente”, en 1892 y “Cascanueces”, en 1892.

Sin embargo, el 15 de enero de 1895 en el Teatro Mariinsky de San Petersburgo esta misma obra logró su primer gran éxito con una nueva coreografía a cargo de Marius Petipa y Lev Ivanov. Pierina Legnani como Odette/Odile, Pavel Gerdt en el rol del príncipe Sigfrido, Alexei Bulgakov como Von Rothbart y Alexander Oblakov en el papel de Benno, fueron los protagonistas de ese “El lago de los cisnes” que, desde entonces, se convirtió en un clásico indiscutible en la historia del ballet.

Desde el 28 de enero hasta el 2 de febrero el Mariinsky Ballet, dirigido por Valery Gergiev, regresa al Opera House del Kennedy Center for the Performing Arts de DC para presentar su clásica versión esta obra basada en la coreografía de Petipa-Ivanov, revisada en 1950 por Konstantin Sergeyev.

Los protagonistas de esta versión, que alternarán roles durante los días de función son: Alina Somova (ver video) y Vladimir Shklyarov (el 28 y el 31 de enero, y el 2 de febrero); Anastasia Kolegova y Maxim Zyuzin (el 29 de enero y el 1 de febrero), y Olga Esina y Timur Askerov (el 30 de enero y el 1 de febrero).

“El lago de los cisnes” se basa en una leyenda germánica, “Der geraubte Schleier” (El velo robado) de Johann Karl August Musäus, que cuenta cómo jóvenes doncellas son convertidas en cisnes por un mago malvado, Von Rothbard, y sólo el amor verdadero es capaz de romper ese hechizo. Este ballet en tres actos de tres horas de duración, describe el periplo del príncipe Sigfrido que intenta salvar a Odette, la reina de los cisnes. Sin embargo, Von Rothbard, engaña a Sigfrido y lo induce a que jure su amor a Odile, que adquiere los rasgos de Odette.

Este ballet, emblemático de la compañía rusa, se presentó el 6 de junio del año pasado en una versión en 3D para 200 cines de todo el mundo, transmitido directamente desde el Teatro Mariinsky de San Petersburgo, en Rusia. Esta emisión se realizó para celebrar los 275 del estreno de “El lago…”

La compañía, conocida también como el Ballet Imperial hasta la llegada de la Revolución Rusa. A partir de entonces adquirió el nombre de Ballet Kirov, luego de la muerte su “protector”, Serguéi Kirov, un político bolchevique que murió asesinado en la era de la represión del año 30, y que logró preservar la compañía para convertirla en un estandarte cultural de la Unión Soviética. Tiempo después de la caída del comunismo en 1991, el ensamble adquirió su nombre original.

Fue para el Mariinsky que el gran Petipa escenificó la mayoría de sus obras, entre ellas, “Raymonda”, “Cascanueces”, “La Bayadera”, “Don Quijote” y “La bella durmiente”. Y para esa compañía revisó otras tantas como “Giselle”, “El lago de los cisnes”, “El Corsario”.

La Bella llega al cine

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Desde mediados de marzo se proyectará "La bella Durmiente", en cines de todo el mundo, con Sarah Lamb, despierta gracias al apuesto príncipe Désiré, a quien da vida Steven McRae, bailarín principal del Royal Ballet, en el emblemático escenario de Covent Garden.

Desde mediados de marzo se proyectará “La bella Durmiente”, en cines de todo el mundo, en una producción del Royal Ballet de Londres. Foto gentileza RB.

El bien triunfa sobre el mal en este cuento de hadas en el que la princesa Aurora, interpretada por la bailarina principal del Royal Ballet, Sarah Lamb, despierta gracias al apuesto príncipe Désiré, a quien da vida Steven McRae, bailarín principal del Royal Ballet, en el emblemático escenario de Covent Garden. Con todo el virtuosismo y encanto que ofrece esta obra clásica, este mundo de magia, romance y encantamientos oscuros, el 19 de marzo se proyectará en directo en más de 1.400 cines de 32 países.

La compañía del Royal Ballet presenta cautivadores decorados, el exquisito vestuario y unos elaborados efectos escénicos, crean un ambiente incomparable. Las ruinas ancestrales y las sombras amenazadoras de los árboles contrastan con la opulencia de las escenas en la corte real dentro de una producción visualmente espectacular que completa la partitura de Tchaikovsky, uno de los ballets más queridos de todos los tiempos.

La bella durmiente es un cuento de hadas-ballet estructurado en un prólogo y tres actos, que fue encargado por el director de los Teatros Imperiales Ivan Vsevolozhsky en 1888 y se estrenó en 1890. La música que escribió Tchaikovsky en 1889 es el segundo de sus ballets. En la producción original la coreografía fue creada por Marius Petipa y la escenografía fue concebida por Ivan Vsevolozhsky, autor también del libreto en colaboración con Petipá.

Basado en el cuento “La bella durmiente del bosque” de Charles Perrault en 1697, en el tercer acto del ballet, aparecen personajes de otros cuentos tanto de Perrault como de otros autores, tales como El gato con botas, Caperucita Roja, El pájaro azul, La princesa Florine, La bella y la bestia y Ricitos de oro, entre otros.

La obra se ha convertido en uno de los ballets más famosos del repertorio clásico. La primera representación tuvo lugar el 15 de enero de 1890 en el Teatro Mariinski de San Petersburgo. Carlotta Brianza bailó representando a la princesa y Pavel Gerdt al príncipe, con Marius Petipa como el Hada de las lilas y Enrico Cecchetti como Carabosse. En Londres, los Ballets Rusos lo presentaron en forma abreviada el 2 de noviembre de 1921. Y en los Estados Unidos, el 12 de febrero de 1937 en la Academia de Música, en Filadelfia, con el Ballet de Filadelfia.

El 2 de febrero 1939, el Sadler Wells presentó el ballet en Londres con Margot Fonteyn en el papel principal, y fue la primera producción fuera de Rusia.

El Royal Ballet de Londres y su versión de "La bella durmiente", en el escenario del Covent Garden. Fotogentileza RB.

El Royal Ballet de Londres y su versión de “La bella durmiente”, en el escenario del Covent Garden. Fotogentileza RB.

La Royal Opera House continúa siendo la institución líder en ópera, ballet y danza en cines, tanto en 2D como en 3D y en  las numerosas plataformas  disponibles, incluidas descargas digitales, CD, DVD y Blu-ray. Todos ellos son  distribuidos a través de Opus Arte y su nueva sociedad con Digital Theatre, lo que permite que las producciones de la Royal Opera House estén disponibles en todas las plataformas de Digital Theatre. Actualmente, las obras de la Royal Opera House se pueden ver en más de 1.000 cines de todo el mundo.

Hacer clic aquí para ver detalles de las proyecciones en cines en todo el mundo

En España hacer clic aquí

LA BELLA DURMIENTE
Miércoles 19 de marzo; 20:30 hs.

Marius Petipa  |  Pyotr Il’yich Tchaikovsky  |  Ballet en un prólogo y tres actos
Duración: aprox. 3 horas y 10 minutos (incluyendo 2 intervalos)

Princesa Aurora: Sarah Lamb
Príncipe Désiré: Steven McRae

Orquesta de la Royal Opera House

Música: Pyotr Ilyich Tchaikovsky
Director de orquesta: Valeriy Ovsyanikov
Diseños originales: Oliver Messel
Coreografía: Marius Petipa
Coreografía adicional: Frederick Ashton, Anthony Dowell, Christopher Wheeldon
Producción: Monica Mason y Christopher Newton al modo de Ninette de Valois y Nicholas Sergeyev

Cines españoles que proyectarán ‘La Bella Durmiente’ en directo el miércoles 19 de marzo a partir de las 20:30

ANDALUCÍA

Fuengirola (Málaga) Cines Alfil
Málaga Yelmo: Cines Rincón de la Victoria, Yelmo Cines Vialia Málaga
Marbella (Málaga): Cinesa La Cañada, Gran Marbella
Roquetas de Mar (Almería): Yelmo Cines Plaza Norte 2, Yelmo Cines Roquetas
Sevilla Cinesa Plaza de Armas

ANDORRA
Andorra: Sant Julia

ARAGÓN
Zaragoza: Cinesa Puerto Venecia, Cine Cervantes, Cines Palafox Zaragoza

El príncipe Désiré, protagonizado por Steven McRae, bailarín principal del Royal Ballet. Foto gentileza RB.

El príncipe Désiré, protagonizado por Steven McRae, bailarín principal del Royal Ballet. Foto gentileza RB.

ASTURIAS
Gijón: Yelmo Cines Ocimax
Oviedo: Cinesa Parque Principado Oviedo, Yelmo Cines Los Prados

CANTABRIA
Santander: Cinesa Santander

CASTILLA – LA MANCHA
Albacete: Yelmo Cines Vialia Albacete

CASTILLA Y LEÓN
Segovia: Artesiete Segovia
Valladolid: Cines Broadway
Salamanca: Van Dyck

CATALUNYA
Arenys de Mar (Barcelona): Teatre Principal
Barcelona: Cinesa Diagonal, Cinesa Mataro Parc, Cinesa Diagonal Mar, Cinesa Heron City, Cinesa Parc Vallès, Cinesa Sant Cugat, Cines Verdi Barcelona, Yelmo Cines Icaria
Lleida: Teatre Principal
Seu D’Urgell (Lleida): Cinemes Guiu
Terrasa (Barcelona): Cinema Catalunya
Tarragona: JCA Cinema Valls, Yelmo Parc Central Tarragona

COMUNIDAD VALENCIANA
Alicante: Cineroma, Yelmo Cines Puerta Alicante
Valencia: Cines LYS, Yelmo Cines Valencia

EUSKADI
Artea (Bizkaya): Cinesa Artea Bilbao Leioa
Bilbao: Cinesa Zubiarte
Durango (Bizkaya): Sala Zugaza
Ondarroa (Bizkaya): Bide Onera
San Sebastián (Guipuzkoa): Cines Príncipe

GALICIA
Santiago de Compostela: Cinesa As Cancelas

ISLAS BALEARES
Mahón: Ocimax Multisalas – Mahón
Mallorca: Cinesa Festival Park Baleares

LA RIOJA
Logroño: Difusora Logroño

Sarah Lamb es la princesa Aurora en "La bella durmiente" del Royal Ballet de Londres que se verá en los cines. Foto gentileza RB.

Sarah Lamb es la princesa Aurora en “La bella durmiente” del Royal Ballet de Londres que se verá en los cines. Foto gentileza RB.

MADRID
Madrid: Cinesa Principe Pío, Cinesa Proyecciones, Cinesa Las Rozas, Cinesa Manoteras, Cinesa Moraleja, Cinesa Méndez Álvaro, Conde Duque, Cines Palafox Madrid, Cines Verdi Madrid, Yelmo Cines Ideal

MURCIA
Murcia: Cinesa Nueva Condomina, Rex Murcia

19 de marzo
‘La bella durmiente’
Música:                  Pyotr Il’yich Tchaikovsky
Coreografía: Marius Petipa
Director de orquesta: Valeriy Ovsyanikov

28 de abril
‘El Cuento de Invierno’
Música:Joby Talbot
Coreografía: Christopher Wheeldon
Director de orquesta:David Briskin

 

Una princesa en pleno siglo XXI

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Herman Cornejo y Sarah Lane protagonistas de la nueva producción del ABT de “La bella durmiente” de Alexei Ratmansky. Foto: Rosalie O’Connor. Gentileza ABT.

Herman Cornejo y Sarah Lane protagonistas de la nueva producción del ABT de “La bella durmiente” de Alexei Ratmansky. Foto: Rosalie O’Connor. Gentileza ABT.

George Balanchine cuenta en su  libro “New Complete Stories of the Great  Ballets”, la forma en que tanto el escritor como quien crea los pasos de una obra coreográfica realizan su trabajo. El gran maestro estimaba que podían variarse la combinación de palabras o de los pasos usados al tratar de revivir una joya.

Este caso se aplica al nuevo trabajo de Alexei Ratmansky en su más reciente obra coreográfica; “La bella  durmiente”. Ratmansky,  como otros maestros, ha puesto sus manos en una joya que data de 1890. Original de Marius Petipa, con música del glorioso compositor Piotr I. Tchaikovsky, se presentó por primera vez en el Teatro  Mariinsky de San Petersburgo, y está basada en el cuento de Charles Perrault, “La Belle au bois dormant”.

Sobriedad y elegancia caracterizan a este nuevo ballet que Ratmansky creó para el American Ballet Theatre (ABT) en esta temporada, y que hizo su debut en Los Ángeles y en Washington, DC, antes de llegar al Metropolitan Opera House de Nueva York. Ratmansky conservó el título que le dio Petipa, y también la estructura de estricto clasicismo.

Un gran acierto ha conseguido Richard Hudson (escenógrafo y vestuarista) con sus pinturas, inspiradas en las de Leon Bakst. La escenografía, egregia y señorial, se caracterizó por bellos decorados, y magníficos telones que servían de nexo, en algunos casos, entre escena y escena. Todos los telones de boca dieron al enorme escenario del Met más profundidad y anchura. El vestuario, por su parte, obliga a insistir en la belleza.

La terminación de las fiestas de la boda de “La bella durmiente”, permitió al ABT mostrar el alto nivel de la compañía. Foto: Gene Schiavone. Gentileza ABT.

La terminación de las fiestas de la boda de “La bella durmiente”, permitió al ABT mostrar el alto nivel de la compañía. Foto: Gene Schiavone. Gentileza ABT.

Buen gusto y elegancia, sin exageraciones, caracterizó la coreografía de este clásico que llega a este siglo XXI con gran pureza. El coreógrafo no necesitó excentricidades en las vueltas, ni en la elevación de las piernas en los arabesques para hacer una puesta deslumbrante. El elenco femenino que estrenó la obra en el siglo XIX, con Carlota Brianza y Pavel Gerdt en los papeles principales, pasaría sus apuros con las puntas y otros pasos de esta versión.

Sarah Lane tuvo a su cargo el rol de Aurora en la noche del jueves 10 de junio. Lane es menuda, no obstante puede dominar sus brazos con total facilidad y delicadeza. Por otra parte, puede girar sin exageraciones y con precisión.

El príncipe Desiree fue Herman Cornejo, un verdadero príncipe en la danza. Ya Cornejo ha sido reconocido por su elegancia, y por el dominio que puede tener en los roles que interpreta. Un bailarín preciso, con magníficos saltos y una delicadeza al caer pocas veces vista.

Un beso que el príncipe dio a la durmiente Aurora sirvió para despertarla del castigo que le impuso el hada mala, Carabosse.

La celebración de los esponsales en el acto final, dio oportunidad a infinidad de danzas diferentes. Entre las más importantes pueden incluirse las del pas de trois. Entre las hadas que llegan a entregar sus ofrendas y cualidades para la recién nacida, y que la protegen durante su tránsito de cien años dormida en el palacio, se destacaron el hada de plata, Luciana Paris, y el hada de Zafiro, Gemma Bond.

El famoso pas de deux del pájaro azul estuvo representado por  Gabe Stone Shayer, acompañado por Misty Coopeland.

La terminación de las fiestas de la boda dio la oportunidad a que Aurora y su Desiree también bailaran. Aquí la danza llegó a su máxima expresión por la excelente calidad de los intérpretes.
Ratmansky no cambio los pasos, sólo los trajo la era moderna, y dejó paso a la tecnología que después de más de un siglo desplazó a la artesanía.

La orquesta, bajo la batuta de David Lamarche recibió muy merecidos aplausos, también dirigidos al ABT completo y a Kevin McKenzie, su director artístico.

Nacho Duato, genio y figura

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Escena final de "La Bella Durmiente" del Staatsballett de Berlín, con la boda de los príncipes Aurora (Iana Salenko) y Desirée (Dinu Tamazlacaru). Foto: Javier del Real. Gentileza Teatro Real.

Escena final de “La Bella Durmiente” del Staatsballett de Berlín, con la boda de los príncipes Aurora (Iana Salenko) y Desirée (Dinu Tamazlacaru). Foto: Javier del Real. Gentileza Teatro Real.

La expectación por el retorno a España de Nacho Duato era máxima. Hace cinco años, su salida de la Compañía Nacional de Danza (CND), tras dos décadas al frente de la misma, levantó mucha polvareda. Durante este lustro, el coreógrafo valenciano ha recalado en San Petersburgo, donde dirigió el Teatro Mikhailovsky (2011-2014) y creó el tantas veces reclamado clásico, y desde el año pasado, ejerce como intendente de la Staatsballett de Berlín, compañía con la que regresó a los escenarios españoles, para ofrecer dos espectáculos que inauguraron la temporada 2015/16 del Teatro Real de Madrid: “La Bella Durmiente” y un programa contemporáneo conformado por las piezas de Duato “Static time” y “White darkness” y la obra de Marco Goecke, “And the sky on that cloudy old day”.

A petición de Vladimir Kejman, Nacho Duato realizó su propia lectura sobre el clásico de Marius Petipa “La Bella Durmiente” (1890), estrenada por el Mikhailovsky hace cuatro calendarios. Siendo esta obra un pilar básico del repertorio clásico, la actitud a adoptar por un creador que quiere versionarla o adaptarla puede ser diversa: desde el respeto riguroso al legado y estilo decimonónico hasta la apuesta rotunda por la transgresión sin ambages. Pues bien, el coreógrafo mediterráneo opta por el camino de en medio, sin llegar a ser un clásico en puridad ni un remozado contemporáneo. Eliminada la pantomima acartonada, la obra contiene una esencia predominantemente clásica, citando los pasajes más destacados de la misma, lo que no deja de ser desconcertante para el espectador español, más acostumbrado a disfrutar del trabajo contemporáneo de Duato, que nutrió el segundo espectáculo ofrecido por el Staatsballett de Berlín. Aunque la reelaboración del personaje de Carabosse (Rishat Yulbarisov), con apariencia de drag queen y turbadora presencia escénica, y las danzas de carácter del tercer acto sirven para encontrar ese punto más actual.

Con un presupuesto de millón y medio de euros, “La Bella Durmiente” de Nacho Duato es una producción lujosa, desde una escenografía hasta un vestuario en los que no se ha escatimado ni un céntimo. Sin embargo, ni siquiera el resplandor de tanta opulencia ensombreció la labor de Iana Salenko, Primera Bailarina de Staatsballett de Berlín, que encarnó a la princesa Aurora. De aspecto frágil y delicado, Salenko deslumbró con su sólida técnica clásica, pese a algunos titubeos en los equilibrios. Ella fue la máxima protagonista de la obra, acompañada por un partenaire con el lustre en horas bajas – Dinu Tamazlacaru, en el rol de príncipe Desirée-.

Con una duración de tres horas y otros tantos actos, “La Bella Durmiente” provocó dos reacciones ante el público: deleitó a los espectadores con una visión más aperturista y dejó tibios a los balletómanos, defensores de un academicismo férreo. Los cuatro minutos de aplausos en la noche de la première ofrecen diversas lecturas, pero lo que dejan nítido es que el público español está deseando ver buenas compañías y producciones de lujo. Aunque con menor presencia de público, el triple bill contemporáneo conectó con lo que los aficionados españoles a la danza mantenían en su retina sobre el trabajo de Duato. Su última creación “Static time” sobre el tiempo congelado, abunda en las características de su estilo con un movimiento ligado y una acusada musicalidad.

Tras la entretenida “And the sky on that cloudy old day” de Goecke, pieza en la que los bailarines imitan en su movimiento a los insectos, llegó la monumental “White darkness”, creada durante su etapa en la dirección de la CND (1990-2010), en memoria de su hermana fallecida a consecuencia de las drogas. Sin duda, una de las obras más aclamadas y destacadas del repertorio de Duato.  Con el público dividido en filias y fobias, afectos y desafectos, nadie puede negar que el esperado retorno de Nacho Duato  ocasionó un cataclismo al mundo de la danza española. Clásico o contemporáneo, el coreógrafo valenciano sigue siendo genio y figura.


Alicia Alonso festeja sus 95

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Alicia alonso rodeada por los bailarines del BNC al final del espectáculo reaalizado en su honor en el Teatro Nacional. Foto: Nancy Reyes.

Alicia Alonso rodeada por los bailarines del BNC al final del espectáculo realizado en su honor en el Teatro Nacional. Foto: Nancy Reyes.

Con una original función de Gala, concebida por el talentoso coreógrafo cubano Alberto Méndez, el Ballet Nacional de Cuba (BNC) festejó en grande los 95 juveniles años de su excelsa cofundadora, directora y prima ballerina assoluta, Alicia Alonso. Aconteció en la víspera de su real nacimiento habanero, el 21 de diciembre de 1920, en una abarrotada Sala Avellaneda del Teatro Nacional de la capital cubana.

El veterano maestro Méndez, después de un extrañamiento de varias décadas de la compañía de la que fue su alma mater e intérprete de la mayoría de sus más exitosas piezas, aceptó el requerimiento de su dirección. Y así asumió la dirección artística de este histórico acontecimiento de ballet.

Contó con bailarinas y bailarines de todas las generaciones –desde los primeros rangos hasta los más jóvenes de las filas del cuerpo de baile, así como del equipo técnico y musical–, para rendir merecido tributo a esta eximia maestra. Alicia Alonso, en su longeva carrera profesional sorprendió a más de un experto de la danza académica por su talento dramático, técnica deslumbrante, poderosas puntas y una elegancia cubana en la entrega de los diversos estilos. A eso se sumó una asombrosa memoria coreográfica, e igualmente intrigó a los especialistas en gerontología.

Con razón se repite, como una verdad de Perogrullo, que estamos en presencia de  una “leyenda viva”. Recordemos al pasar, cuántos crueles avatares ha debido superar con coraje, desde su primera crisis oftalmológica en 1942 hasta el presente.

Honestamente, debemos reconocer a Méndez que, en un reducido tiempo de preparación y ensayos, consiguió una producción original, con un montaje coreográfico imaginativo, el cual fluyó en menos de dos horas ininterrumpidas. La escena de apertura mostró, con sobriedad minimalista –algunos telones y ciertos elementos de atrezzo–, el meollo de su concepción: una juvenil estudiante recoge del proscenio una zapatilla de puntas dorada y se la ajusta al pie, y al final del espectáculo la entrega en las manos de la Alonso. La diva, cual una diosa de la danza –ataviada toda de negro con brocados plateados–, estaba sentada al fondo de la escena, rodeada de toda su compañía nacional.

Antes de llegar a este punto, vimos desfilar escenas de los grandes clásicos del repertorio cuyas interpretaciones por la Alonso han resultado icónicas en su larga andadura mágica sobre los escenarios de la isla y del resto del mundo: Giselle, Odette-Odile, Aurora, Swanilda, Lisette o Carmen. Cada uno de estos personajes fueron interpretados con sincera entrega por las notables primeras figuras del elenco del BNC. Arropados por los solistas y cuerpo de baile, y apoyados por el acompañamiento musical acertado, esta vez, por la Orquesta sinfónica del Gran Teatro Alicicia Alonso de La Habana, bajo la dirección del maestro Giovanni Duarte.

Integrantes del Ballet Nacional de Cuba en la Gala Homenajea a Alicia Alondo en La Habana.Foto: Nancy Reyes.

Integrantes del Ballet Nacional de Cuba en la Gala Homenaje a Alicia Alondo en La Habana. Foto: Nancy Reyes.

En este tipo de celebraciones, lo sabemos, no todo sale a pedir de boca, a pesar de los talentos y las buenas intenciones del director artístico, de sus colaboradores y de los danzantes. Naturalmente, hubo sus luces y sombras. Algunas de ellas provocadas por los recursos tecnológicos existentes, u otras causas de tipo humano. Y dentro de las subjetividades personales, se pudiera reprochar ciertos momentos de dudoso buen gusto. Otros van dirigidos a las licencias adoptadas que sacrifican las coreografías originales, al sufrir cambios o mutilaciones, ora justificadas o no.

Por ejemplo, una Odette que baila el “adagio” del segundo acto con dos primeros bailarines, ahora es un pas de trois…; la escena de Aurora y los príncipes aspirantes en “La bella durmiente”; por solo citar estos “tópicos” que saltaron a la vista.

Cabe dejar una sincera felicitación al departamento del BNC que elaboró, diseñó y realizó el programa de mano: pieza de colección, por la cita de  textos de la propia Alonso publicados en su libro “Diálogos con la danza”, y las fotografías excelentes, seleccionadas de diversos archivos y debidas a notables artistas de la lente, locales e internacionales.

Por supuesto, la gran dama fue trasladada al proscenio por dos primeros bailarines, en medio de atronadores vivas y aplausos, cuando irrumpió la orquesta con el “happy birthday” versionado a la cubana. Y la audiencia, junto con los bailarines, coreaban el canto, mientras la Alonso regalaba, pletórica de felicidad,  sus emblemáticos saludos:  ondulantes port de bras, ligados a  impensables reverencias.

El cuerpo de baile y bailarines principales del BNC interpretaron las obras clave del repertorio de Alicia Alonso. Foto: Nancy reyes.

El cuerpo de baile y bailarines principales del BNC interpretaron las obras clave que integraron el repertorio de Alicia Alonso. Foto: Nancy Reyes.

Por la magia de un beso

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En la noche del estreno, el 27 de enero, Isabella Boylston y Joseph Gorak fueron los protagonistas de “La bella durmiente” de Alexei Ratmansky en el Kennedy Center de DC. Foto: MIRA. Gentileza JFKC

En la noche de la premiere, el 27 de enero, Isabella Boylston y Joseph Gorak fueron los protagonistas de “La bella durmiente” de Alexei Ratmansky en el Kennedy Center de DC. Foto: MIRA. Gentileza JFKC

El miércoles 27 Washington fue un caos después de la tormenta de nieve que azotó la ciudad un par de días atrás, y paralizó actividades y tránsito. Y en medio de ese pandemónium: el estreno de “La bella durmiente” de Alexei Ratmansky en el Opera House del Kennedy Center. Muchos, llegaron después del primer intervalo para formar parte de esta nueva producción del American Ballet Theatre, dirigido por Kevin McKenzie.

Una puesta espectacular, magnificente, con un despliegue exuberante de lujo y oropeles que sitúa la pieza en el siglo XIV. La opulencia de la escenografía y del vestuario se traduce en pesados decorados, sedas, brocados, lamé, plumas, inmensos e incómodos sombreros y pelucas estilo Luis XV, producto de la realización de Richard Hudson, ganador de un premio Tony por la escenografía y vestuario en “The Lion King”. Basada en los decorados creados para la puesta de 1921 de Leon Bakst para Ballets Russes, la producción está despojada del clásico tutú, que cambió su aspecto en una suerte de falda tipo campana armada por varias capas de tela, pesada, pero bonita. El cuerpo de baile, ataviado con zapatos de tacón y colorido vestuario, en algunas secuencias.

La brillante iluminación de James F. Ingalls colabora en esta puesta pomposa en la que la gestualidad cumple un rol importante en la narración de la historia. Ratmansky se apoyó en las notaciones posteriores al estreno de 1890 en San Petersburgo, con música de Piotr I. Tchaikovsky, y recuperó esos elementos originales de la danza y la puesta. Muy pocas puntas, excepto en las variaciones de las hadas, las de las piedras preciosas y en las danzas de los protagonistas.

El príncipe Désiré, en el segundo acto, sólo se limita a hacer gestos y a servir de partenaire de Aurora en la escena de la aparición, y en el tercero, despliega una gran batería de complejos saltos. En ningún momento, durante el segundo acto, el rol masculino tiene alguna secuencia en la que el bailarín pueda lucirse en destreza y calidad.

La maléfica Carabosse cobra protagonismo especial en el primer acto de "La bella durmiente" en la producción del ABT:  Foto: Gene Schiavone. Gentileza JFKC.

La maléfica Carabosse cobra protagonismo especial en el primer acto de “La bella durmiente” en la producción del ABT: Foto: Gene Schiavone. Gentileza JFKC.

En la noche del estreno, Isabella Boylston y Joseph Gorak fueron los protagonistas, mientras Marcelo Gomes, la malvada Carabosse. Quizás, una elección desafortunada para una noche de estreno, ya que quizás hubieran hecho falta bailarines con mayor presencia escénica para los roles principales. Gorak, fue un desangelado príncipe Desiré, y a Boylston, aún le falta un largo camino para hacer sentir su presencia en un rol principal y mostrar fluidez en su danza.

Durante la función del sábado 30 por la noche, Sarah Lane y Herman Cornejo se convirtieron en Aurora y Desiré, mientras que Nancy Raffa fue Carabosse, y Devon Teuscher, el Hada de las Lilas. Lane, si bien tiene cierto encanto y frescura, y es sólida como bailarina, aún le quedan por trabajar sus equilibrios (algo notorio en el famoso Adagio de la Rosa del primer acto), y ciertos aspectos actorales. Por fortuna estaba Cornejo como partenaire, un bailarín extraordinario que, aún en un costado del escenario y sin bailar, hace notar su presencia escénica. Brillante y perfecto en la variación del tercer acto, en la Boda. Con su magnífico estilo, sus saltos precisos y silenciosos como un terciopelo, Cornejo, al igual que Gomes, son casi una “especie” de bailarines que están en extinción. Ellos tienen esa conjunción que permite ver a un verdadero artista en el escenario, con una perfección que también ha caído en desuso.

De las bailarinas solistas que interpretaron a las hadas que llegan con sus regalos al bautismo de la recién nacida Aurora, Luciana Paris (el hada de la flor de trigo, o de la prosperidad), mostró esa refinada calidad como bailarina, y al mismo tiempo su maravilloso encanto y su intensidad en la interpretación. Para esta bailarina no hay papeles chicos o grandes. Tal como ocurrió en las funciones del 27 y 30 de enero, donde también se convirtió en una Condesa extremadamente comprometida con su personaje a la hora de intentar seducir al príncipe Desiré en el Acto II.

En la función del penúltimo día del mes, Stella Abrera y James Whiteside, estuvieron espléndidos en las variaciones de Pájaro Azul. Y Elina Miettinen hizo una encantadora y seductora gata blanca. El cuerpo de baile, aunque desparejo en algunas líneas, hizo un excelente trabajo. Y la puesta en sí, no dejó de deslumbrar. Pero habría que preguntarse hasta qué punto, logró conmover.

 

Con la realeza del ballet

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La Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana "Alicia Alonso" acogió en agosto una constelación de 12 estrellas del ballet mundial. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

La Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” acogió en agosto una constelación de 12 estrellas del ballet mundial. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

En una noche, y por vez primera, el escenario de la prestigiosa Sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana “Alicia Alonso” acoge tal constelación de 12 estrellas del ballet mundial –los festivales internacionales de ballet constituyen un referente obligado en esta urbe –, al tiempo que comparten con el público cubano un derroche de virtuosismo técnico y estilístico.

Fui uno de los pocos afortunados asistentes a la gala ofrecida el 20 de agosto, y pude constatar la demostración excepcional del buen hacer que justificaba con creces el apellido “Royalty”  de este espectáculo. Presenciamos la interpretaciones de aquellos bailarines y bailarinas a incluir en lo que pudiéramos llamar “la realeza del ballet” en el siglo XXI.

El programa presentado fue concebido en dos “actos”, por el primer bailarín (de origen cubano) en el Cincinatti Ballet, Rodrigo Almarales, igualmente director artístico y promotor principal del evento, en conjunto con su partenaire Christoher Lingner (del Improvedance), y el ballet master Christopher Stowell. Además de las tres piezas contemporáneas –una de ellas estreno mundial –, hizo desfilar los más emblemáticos “caballos de batalla” del gran repertorio clásico y romántico, habituales en las grandes galas internacionales.

Como preámbulo a lo que pudiera acontecer durante el vigésimo quinto Festival internacional de ballet de La Habana, siempre bajo la égida de la eximia Alicia Alonso, desde el 28 de octubre al 6 de septiembre próximos, los fanáticos insulares del ballet disfrutaron (las resonantes respuestas lo atestiguan), gozaron de las brillantes ejecuciones de esta docena de estrellas provenientes de los primeros rangos de importantes conjuntos de Rusia, Gran Bretaña, Ucrania, Canadá, Japón o los Estados Unidos de Norteamérica, poseedores de múltiples preseas doradas en sus currículos.

No desconocemos cuán costoso, financieramente, resulta lograr esta operación cultural de envergadura global, sostenida por la actitud filantrópica de una variedad de patrocinadores, junto con los aportes sustanciales de la empresa de Cincinatti IMPROVE DANCE, y sus contrapartes locales: el Consejo nacional de las artes escénicas y el propio Gran Teatro de la Habana. Aquí se incluye los gastos que implica la transmisión en directo por la Internet a 16 países, así como la grabación total de la gala, para que sea vista en redifusión por la audiencia nacional mediante los canales de la TV-cubana en su emisión semanal, Bravo. También, teniendo en cuenta la exigua cantidad de privilegiados dentro del coliseo, con aforo para 1,400 personas, se instaló una gran pantalla en la calle aledaña para ser visible la presentación a unas 300 personas bajo un cálido y estrellado cielo caribeño. Horas antes, un público invitado pudo asistir al ensayo general, entre ellos los fotógrafos de los medios de prensa acreditados.

En general, la producción fue “quasi” perfecta, salvo algunos pequeños detalles reprochables, ciertos percances en la música grabada ya que no siempre era HD, y la idea de bajar y subir una pantalla plateada con la proyección de unas breves intervenciones-en inglés- de los artistas que bailaban sucesivamente. Tal vez, debió situarse antes de la apertura del telón de boca, y no rompía la continuidad dramatúrgica de la gala. Deseo reproducir algunos párrafos de Almaguer, quien salió de Cuba a los 10 años junto a sus padres bailarines del BNC, que sirven de prólogo al lujoso programa de mano. Otro detalle incidental que podría afectar una entrega impecable: la mayoría de las parejas bailaron “ad hoc”, por vez primera bailaban juntos en público (y un público conocedor), y cada uno se deba el caso, conocer una versión diferente en las variaciones de la misma pieza. En tan pocos ensayos juntos, esto fue meritoriamente un “tour de force”.

La gala

Misa Kuranaga sorprendió con una notable interpretación del célebre solo de Fokine/Saint-Saens, "La muerte del cisne". Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

Misa Kuranaga sorprendió con una notable interpretación del célebre solo de Fokine/Saint-Saens, “La muerte del cisne”. Foto: Nancy Reyes. Gentileza NR.

El desfile de célebres figuras lo abrió “La sílfide”(pas de deux), Bournonville/Schneitzhoeffer, interpretado por Misa Kuranaga con Rodrigo Almarales, dentro del refinamiento dictado por el estilo danés; luego, el archiconocido “Cisne negro”, Petipa/Tchaikovski, cargado de las pirotecnias soberbias de Iana Salenko y de Matthew Golding; el “Bells Pas de deux”, de Yuri Possokhov/Rachmaninoff (suite 2 para piano),mezcla de poesía, dinámica y ternura de movimientos en María Kochetkova y Carlo Di Lanno.

Un instante de gran estilismo y musicalidad resultó el pas de deux del tercer acto de “La bella durmiente”, por Semyon Chudin y Jurgita Dronina. Repitieron, más tarde, con la misma exquisitez y pasión romántica (sin histrionismos desbordados) en el pas de deux del segundo acto de “Giselle” ,Coralli/Perrot/Adam; Les Bourgeois, Cauwenbergh/Jacquel Brel, un solo deslumbrante de saltos y giros por el estelar Daniil Simkin; y De Lanno regresó para interpretar el estreno del solo “Painting Greys”, primera coreografía del joven bailarín del San Francisco Ballet, Myles Thatcher; y para cerrar la primera parte, llegó el pas de trois de “El corsario”, Petipa/Delibes, ejecutado con virtuosismo por Adiarys Almeida (estrella internacional de origen cubano) junto a los excelentes Golding y Michael Gatti.

La segunda parte comenzó, en busca de un crescendo en la temperatura de la sala, con la acrobática ejecución del pas de deux de “Las llamas d París”, donde Salenko tuvo como pareja a un carismático y atlético partenaire en un ahora robusto Ivan Vassiliev (recordamos brillante técnica y su esbeltez clásica hace 10 años, durante su primera visita a Cuba con Ossipova, en un Festival de Ballet). Misa Kuranaga retornó a escena, esta vez nos sorprendió gratamente con una notable interpretación del célebre solo de Fokine/Saint-Saens, “La muerte del cisne”, cercana si mi memoria no miente, al modelo poético acuñado por la icónica Dudinskaya. Los cubanos Almeida y Almarales unieron sus afinidades escolásticas y su dinámica latina, en una coreografía de este último denominada “Chor.No.2″, sobre música electrónica del grup HIFANA. La euforia del auditorio llegó a su clímax al finalizar la demostración de virtuosismo desplegada por los intérpretes del pas de deux del tercer acto de “Don Quijote”, los jóvenes María Kochetkova y Daniil Simkin. Finalmente, bajó el telón y un delirio sonoro irrumpió el silencio, ante el saludo de toda la “realeza”, después de una faena de alto vuelo.

El por qué de este show

Por Rodrigo Almarales, primer bailarín. Director artístico y general.

Mis más lejanos recuerdos de infancia están asociados a este teatro; cuando niño venía para ver bailar a mis padres. Esa fue la semilla en mi destino, cuyo proceso recorrió varios lugares hasta hacerme bailarín profesional.

Cuba y La Habana han sido lugares de referencia para la danza y el ballet mundiales y este teatro un templo sagrado para el arte. Esta pequeña isla ha entrado en el consenso universal del ballet.
He trabajado con figuras de alto rango en el ballet. He disfrutado al compartir la escena con ellos y al ver el deleite de los públicos en varios continentes.

¿Por qué no tributar a uno de mis más dulces recuerdos este placer de acoger en Cuba, a importantes artistas de la danza hoy en el mundo y que ellos reciban el aplauso de un público amable y conocido? (…) Estoy seguro de que el espectáculo y el amor que hemos puesto en él, hará felices a todos los espectadores; servirá para hacernos mejores personas y nos comprometerá más con la amistad que la danza puede hacer por los pueblos.

Baja el telón

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Alejandro Parente, primer bailarín del Ballet Estable del Teatro Colón, el día de su retiro, el miércoles 8 de agosto, rodeado de aplausos, ovaciones y afecto. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

Alejandro Parente, primer bailarín del Ballet Estable del Teatro Colón, el día de su retiro, el miércoles 8 de agosto, rodeado de aplausos, ovaciones y afecto. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

Alejandro Parente, primer bailarín del Ballet Estable del Teatro Colón, se despidió de los escenarios, rodeado de aplausos, ovaciones y afecto de parte del público, de sus compañeros y de su familia. Dueño de un carisma y una técnica única, deslumbró por última vez al público que asistió de al Teatro Colón para verlo en su interpretación del rol protagónico de “La viuda alegre”, junto a la primera bailarina del Royal Ballet de Londres, Marianela Núñez y la compañía del Ballet Estable que dirige Paloma Herrera.

Un libro realizado por los compañeros del Ballet Estable del Teatro Colón recorre la trayectoria de Alejandro Parente. Foto: Juan José Bruzza. Gentileza Prensa Teatro Colón.

Un libro realizado por los compañeros del Ballet Estable del Teatro Colón recorre la trayectoria de Alejandro Parente. Foto: Juan José Bruzza. Gentileza Prensa Teatro Colón.

El miércoles 8 por la noche, en el cierre de esta serie de seis funciones de “La viuda alegre”, con coreografía de Ronald Hydn y reposición de Steven John Woodgate, desde la platea hasta el paraíso del Teatro Colón el público se conmocionó con cada salida del primer bailarín, quien culminó una prolífera carrera luego de 30 años de trayectoria.

Al término de la función, en medio del cariño de todos sus compañeros que lo rodearon en el escenario, y ante una sala colmada de un público que lo ovacionó de pie, Parente se despidió bajo una lluvia de pétalos que luego dio paso a la entrega de cinco significativos ramos de flores. El primero de ellos se lo entregaron sus hijas, Azul y Luna; el segundo, por la Directora General del Teatro Colón, María Victoria Alcaraz; el tercero, de las manos de su partenaire en la danza y en la vida, Marianela Núñez, el cuarto fue el del director general artístico y de producción, Enrique Arturo Diemecke, y el último ramo fue entregado por la ex bailarina y actual directora del Ballet Estable, Paloma Herrera.

Detrás de escenario lo aguardaban autoridades del Teatro Colón, sus compañeros del Ballet Estable, personal escenotécnico, amigos y familiares. Fue allí, dónde la bailarina y compañera de ruta, Maricel Di Mitri, le entregó como obsequio un libro de 164 páginas realizado por todos sus compañeros, en donde recopilaron toda la trayectoria de Parente en fotografías, testimonios y dedicatorias. La emoción no tardó en llegar, y ante el bailarín, visiblemente conmovido, Di Mitri, le dedicó parte de las palabras que aparecen en el prólogo del libro: “Las imágenes y recuerdos de este libro, son apenas una parte de su historia, la hemos recopilado quienes compartimos muchas risas y lágrimas, sueños encantados, luces y sombras de nuestra profesión… Lo hemos visto crecer y brillar y nos hemos sorprendido juntos con el olvido de nosotros mismos… Durante muchos años vibró conmovido en el escenario que amó y transformó en su hogar, como en un cuento fantástico, por siempre jamás…”

El abrazo de la ex bailarina y actual directora del Ballet Estable, Paloma Herrera. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

El abrazo de la ex bailarina y actual directora del Ballet Estable, Paloma Herrera. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

Por su parte, Parente expresó: “Le agradezco al teatro, que para mí fue siempre un ser vivo que respira nuestro arte. Brindo por este teatro, por cada uno de los trabajadores y artistas que lo componen, que siga la luz, que siga brillando la danza, la música, la ópera, la poesía y el pensamiento fantástico para poder recrear cada una de las obras”.

El brindis en el Salón Dorado del Teatro fue parte de este rito de despedida al que asistió toda la compañía para acompañar al bailarín que hoy, forma parte de la historia reciente del Teatro Colón, y que a su vez, fue uno de los discípulos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Estudió con los maestros Rosmarie Achard, Wasil Tupin, Enrique Lommi y en especial, bajo la tutela de la maestra Rada Eichenbaum. A los dieciséis años ingresó como bailarín de la compañía del Ballet Estable del Teatro Colón, y desde entonces ha bailado un extenso repertorio, asumiendo los roles protagónicos en obras como “Giselle”, “Sylvia”, “Oneguin”, “Coppelia”, “La bayadera”, y otros clásicos como “El Cascanueces”, “La fille mal gardée”, “Romeo y Julieta”, “Raymonda”, “Paquita”, “El Corsario”, “La bella durmiente” o “Don Quijote”. También incursionó en obras del repertorio neoclásico como “Adagietto”, “Estaciones porteñas”, “Who cares” y “Sinfonía en Do”, entre otras.

En la reapertura del Teatro Colón, en 2008, interpretó junto a Silvina Perillo, otra de las grandes figuras de este Teatro, el tercer acto de “El lago de los cisnes”. Y ese mismo año obtuvo el Premio “María Ruanova” por su brillante trayectoria artística.

En el rol protagónico de “La viuda alegre”, Alejandro Parente bailó junto a la primera bailarina del Royal Ballet de Londres, Marianela Núñez. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

En el rol protagónico de “La viuda alegre”, Alejandro Parente bailó junto a la primera bailarina del Royal Ballet de Londres, Marianela Núñez. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

El abrazo de la ex bailarina y actual directora del Ballet Estable, Paloma Herrera. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón. Un libro realizado por los compañeros del Ballet Estable del Teatro Colón recorre la trayectoria de Alejandro Parente. Foto: Juan José Bruzza. Gentileza Prensa Teatro Colón. En el rol protagónico de “La viuda alegre”, Alejandro Parente bailó junto a la primera bailarina del Royal Ballet de Londres, Marianela Núñez. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón. Alejandro Parente, primer bailarín del Ballet Estable del Teatro Colón, el día de su retiro, el miércoles 8 de agosto, rodeado de aplausos, ovaciones y afecto. Foto: Máximo Parpagnoli. Gentileza Prensa Teatro Colón.

Celebran el centenario de Alicia Alonso

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El 31 de agosto el BNC se presenta en la gala del XII Festival Internacional de ballet de Cali con un programa integrado, entre otros clásicos, por “Giselle”. Foto: Nancy Reyes. Archivo Danzahoy.

El 31 de agosto el BNC se presenta en la gala del XII Festival Internacional de ballet de Cali con un programa integrado, entre otros clásicos, por “Giselle”. Foto: Nancy Reyes. Archivo Danzahoy.

Con motivo de conmemorarse, el próximo 21 de diciembre, el centenario del natalicio de la eximia prima ballerina cubana Alicia Alonso, el XII Festival Internacional de Ballet de Cali, Colombia, le rinde homenaje.

El evento, presidido por la maestra Gloria Castro, fundadora del Incolballet (Instituto Colombiano de Ballet) y auspiciado por el Concejo Municipal, la Secretaría de Cultura y Turismo de la ciudad sede y las Fundaciones Danza Conmigo y Finbacali; teniendo en cuenta los protocolos sanitarios ante la pandemia del nuevo Coronavirus, se realiza de manera virtual entre el 30 de agosto y el 5 de septiembre.

La maestra Castro, líder del tributo a la Alonso, explicó las razones a la prensa: “No podríamos dejar de sumarnos a los homenajes que se han preparados para rendirle pleitesía a una bailarina que es orgullo de Latinoamérica y reconocida como una de las más grandes figuras de la danza escénica mundial, a quien tanto debe Cali. Desde finales de la década de 1970, ella fortaleció los vínculos entre el ballet cubano y el ballet caleño, al honrarnos con su presencia y enviarnos solidariamente a sus excelentes bailarines, coreógrafos, maestros y especialistas, para contribuir a nuestro desarrollo. Era un deber que queríamos cumplir”.

En el Festival -fundado en 2007- participan, junto a la local Compañía Colombiana de Ballet, diez agrupaciones extranjeras. Entre ellas, ballets nacionales de Perú y del Sodre de Uruguay; el Ballet Concierto de Puerto Rico; la Compañía de Danza de Sao Paulo; el Conservatorio Real de Madrid, así como otras provenientes de Argentina, Italia y la República Checa.

Alicia Alonso junto a las bailarinas Gloria Castro, fundadora del Instituto Colombiano de Ballet y Helba Nogueira. Gentileza Archivo Fotográfico Alicia Alonso.

Alicia Alonso junto a las bailarinas Gloria Castro, fundadora del Instituto Colombiano de Ballet y Helba Nogueira. Gentileza Archivo Fotográfico Alicia Alonso.

El lunes 31de agosto tendrá lugar la Gala del Ballet Nacional de Cuba, bajo la dirección general de la primera bailarina Viengsay Valdés, que ofrecerá un programa concierto integrado por escenas del ballet “Giselle”; el pas de Sept de “La bella durmiente” y el pas de deux del tercer acto de “Don Quijote”; por supuesto en las versiones coreográficas de la Alonso, con las actuaciones de las primeras figuras del BNC, Anette Delgado, Sadaise Arencibia, Ginet Moncho, Dani Hernández, Ernesto Quenedit, Ernesto Díaz y la propia Valdés. El primero de septiembre, a la misma hora, se impartirán las conferencias: El Ballet Nacional de Cuba y su importancia en la cultura cubana; y Mujeres en el quehacer de la danza latinoamericana.

Durante el desarrollo del festival, han sido programadas diversas acciones temáticas, entre ellas: un recorrido por el fascinante mundo del ballet y charlas con los expertos de danza. La oferta del Festival incluye 50 transmisiones en el horario de las 9:00 de la mañana hasta la medianoche, y podrá ser disfrutado por medio del canal Fincabali, de YouTube.

De esta manera, la décima segunda edición del festival caleño, cuyo lema es “el ballet debe continuar” se convierte en el pionero de los homenajes que a nivel internacional están programados para honrar a la icónica Alicia Alonso, y que se han visto postergados por la difícil situación epidemiológica que vive el planeta.

 

El regreso postergado desde 2020

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Bailarines de The Washington Ballet, Adelaide Clauss y Gian Carlo Perez protagonizan “Lago de los cisnes”. Fotos: ©ProcopioPhotography. Gentileza TWB.

Bailarines de The Washington Ballet, Adelaide Clauss y Gian Carlo Perez protagonizan “Lago de los cisnes”. Fotos: ©ProcopioPhotography. Gentileza TWB.

“Presentar ‘Lago de los cisnes’, el icónico ballet que posiblemente sea la columna vertebral de este arte es un momento muy emocionante para The Washington Ballet (TWB) -dijo Julie Kent, directora de la compañía-. Esta producción es el siguiente paso, lógico, en la construcción del repertorio. Todos los ballets románticos que hemos presentado en los últimos años como “Giselle”, “Les Sylphides”, “La Bella Durmiente”, han preparado a nuestros bailarines para este preciso momento”.

El Washington Ballet estrenará la esperada puesta de “Lago de los cisnes”, del 9 al 13 de febrero en el Eisenhower Theater del John F. Kennedy Center for the Performing Arts de Washington DC. Una producción cuyo estreno en 2020 se postergó por el comienzo de la pandemia del Covid-19, cuyas restricciones aun siguen afectando el mundo de las artes escénicas.

Con puesta en escena y coreografía de Kent y Victor Barbee, director artístico asociado, la producción marca el regreso triunfal de la compañía al escenario del Kennedy Center. Con la poderosa partitura de Piotr I. Tchaikovsky, la trágica historia de amor de la etérea princesa cisne Odette y el príncipe Sigfrido promete magia, intriga, melancolía y suspenso.

Con coreografía original de Marius Petipa y Lev Ivanov, Kent y Barbee adaptaron este clásico, basándose en sus años de experiencia y en las notaciones de Vladimir Stepanov. Así como también, en una meticulosa investigación que contó con la asistencia de la becaria en residencia de TWB, Natalie Rouland. Completan esta puesta un vestuario y un diseño escénico especial, que cuenta con orquesta en vivo dirigida por el director Charles Barker.

La compañía dirigida por Julie Kent incorpora a su repertorio una nueva versión de “Lago de los cisnes”. Fotos: ©ProcopioPhotography. Gentileza TWB.

La compañía dirigida por Julie Kent incorpora a su repertorio una nueva versión de “Lago de los cisnes”. Fotos: ©ProcopioPhotography. Gentileza TWB.

“Cuando nos encerramos hace dos años, ninguno de nosotros podía predecir lo que seguiría: la incertidumbre existencial, la pérdida de oportunidades, la pérdida de la unión que es la esencia de la actuación en vivo. Pero TWB se comprometió a seguir adelante, juntos y, a menudo, de manera innovadora. Ahora estamos al borde de marcar un hito artístico importante: nuestro propio ‘Lago de los cisnes’”, reflexionó la directora artística.

George Balanchine y Francis Mason en “101 Stories of the Great Ballets” describieron la trama desde un punto de vista sutil y particular. “La heroína de ‘Lago de los cisnes’ es una princesa de la noche; ella es toda magia, una criatura de la imaginación. Es la reina de los cisnes, un hermoso pájaro, excepto entre la medianoche y el amanecer, cuando el misterioso hechicero Von Rothbart le permite convertirse en una bella mujer. En el mundo del cielo y del agua se siente como en casa, pero en el mundo real, donde el romance es posible, parece estar irremediablemente perdida. El gran amor que llega a tener por un príncipe mundano está condenado desde el principio; ella no tiene control sobre su destino”.

La temporada 2022 de TWB continuará en la primavera con “Giselle” (del 28 de abril al 3 de mayo en el Warner Theatre) y NEXTsteps (del 22 al 26 de junio en el Sidney Harman Hall) con nuevas obras de los coreógrafos Brett Ishida, Mthuthuzeli November y Jessica Lang. A su vez, y fuera de escena, la compañía presentará Dance for All (del 21 de marzo al 8 de abril), una serie de eventos y experiencias gratuitos que se reslizarán en los ocho distritos de la ciudad.

Funciones:

The Washington Ballet presenta “Lago de los cisnes” en el Eisenhower Theater del Kennedy Center
Coreografía sobre la original de Marius Petipa y Lev Ivanov de Julie Kent y Victor Barbee
Música de Pyotr Ilyich Tchaikovsky
The Washington Ballet Orchestra, Charles Barker
Vestuario cortesía de Ballet West
Escenografía y vestuario: Peter Cazalet
Iluminación: Brad Fields

 Miércoles 9 de febrero a las 20 h.

Jueves 10 de febrero a las 20 h.

Viernes 11 de febrero a las 20 h.

Sábado 12 de febrero a las 14 h.

Sábado 12 de febrero a las 20 h.

Domingo 13 de febrero a las 14 h.

www.washingtonballet.org

Salud y Seguridad
Para todas las actuaciones, TWB ha instituido varias políticas de salud y seguridad de COVID-19, incluida la prueba de vacunación para todos los espectadores mayores de 12 años, así como el requisito universal de usar de mascarillas.

El hechizo vuelve a escena

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Cuerpo de baile y Eun Won Lee y Gian Carlo Pérez (Ctr.), en la puesta de “Lago de los cisnes” estrenada en el Eisenhower Theater del Kennedy Center. Foto: xmb Photography. Gentileza TWB.

Cuerpo de baile y Eun Won Lee y Gian Carlo Pérez (Ctr.), en “Lago de los cisnes” estrenada en el Eisenhower Theater del Kennedy Center. Foto: xmb Photography. Gentileza TWB.

Recuperar la danza después del devastador impacto de la pandemia de COVID-19 es una empresa titánica. Más aún si se trata de subir a escena una obra tan monumental y con tanta demanda como “Lago de los cisnes”. Pero The Washington Ballet (TWB) arremetió con ese desafío y lanzó sus primeras funciones, después de dos años de silencio, con este clásico que requiere de una disciplina férrea, una sutileza artística que casi trasciende lo terrenal, y una preparación técnica impecable.

Bajo la dirección, puesta en escena y coreografía de su directora, Julie Kent y de Victor Barbee, director artístico asociado, esta producción se caracteriza por un minucioso cuidado y prolijidad. Basados en la coreografía tradicional de Marius Petipa y Lev Ivanov de esta obra que recuperó el Teatro Mariinsky en 1895, Kent y Barbee pusieron un toque propio que dio como resultado una puesta de calidad.

La potente y majestuosa música de Piotr I. Tchaikovsky construye el resto: la magia, donde la luna se funde con la noche y el malvado hechicero von Rothbart mantiene encantada a Odette y al resto de las princesas para que se conviertan en cisne blancos durante el día y se transformen durante la noche.

Kent ha logrado uniformidad en los actos blancos en los que la sincronización en las filas de cisnes se ajusta de manera deslumbrante, más allá de la estrecha dimensión del escenario. El despliegue de cisnes entrando a escena como una sucesión interminable es absolutamente conmovedor. Y la magnífica coordinación del pas de quatre interpretado por Victoria Arrea, Jessy Dick, Lucy Nevin y Alexa Tores mostró el acertado trabajo tanto de los bailarines como de los preparadores.

Eun Won Lee como Odile y Gian Carlo Pérez en el rol del príncipe Sigfrido en el tercer acto de “Lago de los cisnes” de TWB. Foto: xmb Photography. Gentileza TWB.

Eun Won Lee como Odile y Gian Carlo Pérez en el rol del príncipe Sigfrido en el tercer acto de “Lago de los cisnes” de TWB. Foto: xmb Photography. Gentileza TWB.

El Eisenhower Theatre del Kennedy Center, por momentos, quedó apretado para una coreografía que, generalmente, se presenta en espacios más amplios. Pero nada de esto afectó el nivel de la danza, el compromiso de los bailarines y la belleza de una puesta en la que la escenografía y el vestuario, préstamo de Ballet West, formaron parte de un todo compacto y sin fisuras.

Eun Won Lee como Odette/Odile y Gian Carlo Pérez como el príncipe Sigfrido compusieron una buena dupla. Ambos bailarines poseen un alto nivel técnico. Pérez, desbordante de pasión, intenso y conmovedor, dejó ver su sólida formación en la escuela cubana de ballet. Con magníficos saltos, una línea majestuosa y una gran musicalidad, Pérez delineó un Sigfrido para recordar. Lee, por su parte, se destacó por sus extensiones, sus equilibrios y sus magníficos fouettés cuando debió encarar a Odile, el cisne negro del tercer acto.

Pero esta producción no sólo tuvo dos protagonistas. El cuerpo de baile, en cada uno de los cuatro actos de esta poética y apasionada historia supo contarla a través de un relato íntimo y conmovedor. Ashley Murphy-Wilson mostró su musicalidad y precisión en el pas de trois del primer acto junto con Ayano Kimura y Ariel Martínez. Por otra parte, los intérpretes de las danzas de carácter del tercer acto no sólo pusieron un toque vital y fresco, sino que también mostraron precisión y buena técnica.

A esta puesta se sumó un detalle primordial: la Orquesta de TWB en vivo, dirigida de manera excelente por Charles Barker.

Es cierto que la pandemia dejó sus marcas. Pero no caben dudas de que se trata de un “volver a empezar”.

Bailarinas de TWB en “Lago de los cisnes”, ballet que se presenta hasta el domingo en el Kennedy Center. Foto: xmb Photography. Gentileza TWB.

Bailarinas de TWB en “Lago de los cisnes”, ballet que se presenta hasta el domingo en el Kennedy Center. Foto: xmb Photography. Gentileza TWB.


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